jueves, 14 de octubre de 2010

Incineradora, pros y contras d’una instalación polémica

VI Xornada Rural: “Incineradora, pros y contras d’una instalación polémica”

Bueno chicos , pues deciros que allí estuve representando a mi asociación junto con la federación “ LES CASERIES” y por supuesto como no, hablando de nuestra salud

INCINERADORA
( Recopilación de datos por Marifé Antuña presidenta de la asociación La Magdalena de Ruedes) y fundadora del colectivo de enfermoss fibroamigosunidos.com

-el Principado debería optar por alternativas que protejan la salud de las personas e impliquen una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero,

-estudios e informes, como el recientemente publicado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), ponen de manifiesto cómo vertederos e incineradoras son autenticas fábricas de gases de efecto invernadero (CO2, metano o dióxido de nitrógeno).

-Hay datos suficientes para poder tener una opinión con cierta consistencia. Asturias, como cualquier otra comunidad, genera al año 517.000 toneladas de residuos domiciliarios, 479 kg por habitante y año, de los que sólo recicla el 9,9% y, el resto, 466.000 toneladas, van al vertedero. Destacan 196.000 toneladas de residuos orgánicos (38%) y 107.000 toneladas de papel y cartón (20,6%). Los plásticos y los textiles llegan casi al 11% cada uno, mientras que el vidrio sólo es el 5,6%, los metales el 3,6% y otros residuos el 10,5% restante. Estos residuos sólo representan el 12,4% del total de los residuos regionales.

-Con la basura domiciliaria sólo caben dos soluciones: eliminarla por incineración o en vertedero, o recuperarla. Enterrarla como se está haciendo es más «aceptable» que incinerarla como se pretende, porque es «tirar» al aire, a la atmósfera, el 70%, principalmente, en forma de CO2, dioxinas y polihalogenados y, el 30% restante, son cenizas que han de ir al vertedero. Pero sólo se pueden quemar las 219.000 toneladas de papel, cartón, plásticos y textiles, el 42,3% de los residuos, con una escasa producción de energía eléctrica ya que la eficiencia energética neta de las incineradoras sólo es del 15,3%, de modo que, además, se obtiene mucha menos energía que la necesaria para obtener los productos quemados pero, eso sí, con mucha más contaminación.

-El reciclado y la reutilización son la única solución sostenible, no presentan contraindicación alguna y favorecen al medio ambiente y a la salud. Sin grandes inversiones de capital pueden proporcionar mil puestos de trabajo directos, mientras que una incineradora de 450.000 toneladas apenas llegan a 80. El tratamiento adecuado de la «basura» es una fuente de riqueza próxima y propia que, además del empleo directo, genera otros empleos necesarios para poner en el mercado, de forma adecuada, las materias primas recuperadas. Sirva de ejemplo y de modelo una ciudad tan poco sospechosa como San Francisco, en California que, planteando una combinación de estrategias tan simples como factibles, ya fijó como objetivo en el 2003 llegar a cero residuos para el 2020.

-El tratamiento de los residuos no es ninguna alta tecnología, pero sí requiere una laboriosa planificación para gestionar tanto la recogida como su posterior comercialización.

Sin apenas inversión y con la creación de diez veces más puestos de trabajo directos, más los derivados del acondicionamiento de los residuos tratados y más allá de una apuesta por una política ecológica y sostenible, es un desafío para la capacidad de organización y planificación del Gobierno. Pero, contrariamente, sin planificación alguna,
lo fácil es invertir 400 millones de euros en una incineradora,
porque se trata de un gran negocio y sólo hace falta «adjudicarla», aunque se vaya en contra de numerosos intereses sociales y sea un temerario desafío a las leyes regionales, estatales y a la citada Directiva de la UE.

-PIDO RESPETO POR LA ECONOMÍA SOCIAL,,EL MEDIO AMBIENTE Y SOBRE TODO LA SALUD DE QUIENES COMO YO, YA ESTAMOS AFECTADOS POR SENSIBILIDADES AL MEDIO AMBIENTE CONTAMINADO

La incineradora asturiana quemaría unas 420.000 toneladas de residuos al año, siendo una de las mayores de Europa. Los defensores del reciclaje recuerdan que la incineración basuras produce la emisión de gases cargados con múltiples contaminantes, en especial dioxinas, furanos y metales pesados

Greenpeace exige a los políticos asturianos que digan la verdad a los ciudadanos e informen de que la planta no sólo no solucionará el problema de los vertederos, sino que lo agravará, ya ocasionará a lo largo de su vida útil millones de toneladas de escorias y cenizas tóxicas

Para Greenpeace, resulta incomprensible que los políticos responsables de la pésima gestión de residuos llevada a cabo en Asturias en los últimos años, intenten ahora aprobar a toda prisa la construcción de esta instalación, a pesar de ser perjudicial para de la salud de los ciudadanos y el medio ambiente y de suponer un gasto económico inadmisible que hipotecará durante décadas el desarrollo sostenible del tratamiento de residuos del Principado.
Se da la paradoja que la incineración transforma residuos urbanos y domiciliarios en productos tóxicos de compleja gestión. Una incineradora no soluciona el problema de los vertederos pues los lleva asociados de forma ineludible. Lo que ocurre en Asturias es el reflejo de la visión cortoplacista de los políticos encargados de gestionar los residuos, más dispuestos a satisfacer los intereses particulares que en promover soluciones y alternativas sostenibles. Tal es así que incluso plantean quemar más residuos en cementeras, unas instalaciones que no están en absoluto diseñadas para tales fines.

las conclusiones del 1er Simposium Nacional sobre Incineración y Salud, organizado por el Colegio de Médicos de Guipuzcoa, .

Las ponencias
El Simposium ratifica y complementa el Manifiesto que firmaron más de 500 profesionales de la Salud. Avala la revisión bibliográfica sobre la que se redactó aquel escrito y aporta más argumentos a las conclusiones que se citan en ese documento. Entre ellos recogemos los siguientes datos:
La salud está íntimamente ligada al entorno y al medio ambiente. Más del 90% de los tumores humanos son consecuencia de factores ambientales. Existen grandes partidas presupuestarias dedicadas a la investigación de formas de diagnóstico y tratamientos pero solo el 1% se dedica al factor medioambiental.
La dificultad es grande para diferenciar los diferentes elementos de la contaminación ambiental. De las incineradoras solo se conoce, hoy en día, el 20% de los elementos tóxicos que genera. La ingesta diaria tolerable de los contaminantes más peligrosos ha ido disminuyendo según se ha ido conociendo más sobre su toxicidad. Así por ejemplo, con el mercurio en 1970 el umbral de seguridad se encontraba en 10 mcg por kilo y día, en 1980 se bajó a 1, en el 2000 el máximo se colocó en 0,05.
En el 2002 ya no existía un umbral mínimo de seguridad para el mercurio.
De manera similar sucedió con las dioxinas: La OMC en 1992 sitúa el límite en 10 pcg/g/ día, en 1998 lo sitúa entre uno y cuatro, en el 2002 lo limita a uno. En el 2003 aparecen los estudios que determinan que no hay dosis mínima sino susceptibilidad individual a cualquier cantidad.
Las regulaciones de emisiones de tóxicos y contaminantes se realizan, principalmente, en función de las capacidades técnicas de la industria. La manifestación cancerígena provocada por un tóxico necesita, en muchos casos, el paso de varios años; e incluso, por atravesar la placenta, pueden manifestar la patología en la siguiente generación.
Las incineradoras modernas siguen produciendo tóxicos que son emitidos por los gases de la chimenea y acumulados en las cenizas y escorias. No son inocuas o inofensivas.
Los gases como NOx, monóxido y dióxido de carbono y los gases sulfurosos (todos ellos generados en la emisión gaseosa de la incineradora) producen un aumento de la mortalidad significativo, sobre todo entre los sectores de población más susceptibles, aunque estén incluso dentro de los límites tolerables de concentración.
Las micropartículas generadas en la combustión de las basuras ligan múltiples elementos tóxicos que son capaces de atravesar todos los filtros de las 13 incineradoras e incluso los humanos, llegando hasta en núcleo celular y siendo capaces de producir mutagenicidad además de una mayor incidencia de mortalidad entre los niños menores de 5 años, los ancianos y en ciertas enfermedades crónicas.
Los metales pesados generados por las incineradoras producen múltiples patologías y son mayormente acumulados como depósito en la tierra, en los alimentos y en el agua con lo se contamina la cadena alimentaria. De esta forma se van acumulando y sumando la potencialidad tóxica. Entre estos metales destaca el mercurio que el organismo lo metaboliza a metilmercurio y es responsable de múltiples enfermedades

Las dioxinas
Las dioxinas son los contaminantes más problemáticos a los que jamás se ha expuesto un sistema natural. Las dioxinas son productos de la combustión. Provocan diversas enfermedades y alteraciones de la salud además del cáncer. Son acumulativas y persistentes en el organismo. Son muy volátiles y se pueden encontrar a varios kilómetros del foco de emisión. Se acumulan fundamentalmente en los tejidos grasos y se introducen en la cadena alimentaria a través del depósito en suelo. La leche materna y la animal son reservorios principales. El único valor de dioxinas aceptable para no existir riesgo es 0.
Existen grandes contradicciones entre los valores reconocidos de emisión en las incineradoras modernas (y en las antiguas) y los recogidos en muestras aleatorias de la chimenea y en la población cercana. Las dioxinas son uno de los 12 elementos que en el Convenio de Estocolmo se comprometen más de 50 países (entre ellos España) eliminar sus emisiones hasta el valor 0.
Las evidencias de patologías asociadas a incineradoras llevan un decalaje de 20 o 30 años (tiempo de latencia y acumulo hasta la aparición de enfermedades). Desde el año 95 hasta el 2004 siguen apareciendo trabajos que asocian incineradoras y patologías o riesgos. No es aceptable hablar de inocuidad de las incineradoras modernas, ya que siguen emitiendo los mismos tóxicos y muchos de ellos no tienen dosis mínima tolerable.
Los niños son el sector poblacional más vulnerable por su relación dosis peso y el tiempo de exposición al que van a estar expuestos.
La incineración es una tecnología en retroceso en la mayor parte de los países avanzados.
La concentración de dioxinas extraída de los Inventarios de Dioxinas Europeos, considerando la existencia de incineradoras que cumplen los niveles mínimos de emisión autorizados por la UE, en el mejor de los escenarios, supone la cantidad del 1% del total e países con grandes complejos industriales y químicos. Trasladando esas proporciones a un ambiente limpio de otras industrias, como el que sucede en Txingudi e incluso en Aritzeta, la contribución a la contaminación de nuestro entorno puede suponer el 60% o más sólo desde las incineradoras.

Afirmar que “no existen riesgos adicionales significativos en la salud de la población cercana a una incineradora moderna” es un eslogan que carece de rigor y fundamento científico.
Aunque la toma de decisiones de los riesgos individuales es personal,
es deber de las autoridades sanitarias remarcar los daños ambientales provocados por decisiones políticas.
La autoridad en la sanidad pública radica no en un resultado electoral sino en la acción y opinión de los profesionales sanitarios y los científicos.
Una de cada tres muertes infantiles, en Europa, se debe a factores a Medioambientales. 40 millones de muertes, en el mundo, se podrían evitar con cambios en las decisiones políticas.
Medidas de control.
Una de las primeras manifestaciones del potencial contaminante de esta actividad se han evidenciado en la acumulación de contaminantes orgánicos persistentes en las grasas animales, también, en menor medida, por la aparición de altos niveles de metales pesados en los suelos de alrededor. Por ello, la Dirección General de Salud Pública propuso en su día controles periódicos de estos contaminantes como por ejemplo dioxinas y metales pesados en los suelos y las grasas animales de la cabaña ganadera de la Comarca. Desgraciadamente ni en éste, ni en otros casos similares estas medidas se han recogido dentro de los planes de control y vigilancia, posiblemente para evitarse desagradables sorpresas. Entendemos como una medida de mínimos que estos controles se realicen en caso de seguir adelante con esta actividad.

CONTROLES DE VIGILANCIA QUE NO SIRVEN

Respecto a las emisiones, las mediciones de estos metales pesados y especialmente de dioxinas, es una broma desquiciada. Las emisiones de los incineradores modernos con frecuencia se miden sólo dos veces por año, y el operador está avisado con alrededor de un mes de anterioridad. En el día elegido, se toman tres muestras de seis horas de los gases de escape. Los resultados luego se promedian. Por ende se usan solo 18 horas de datos "ideales" para extrapolar y calcular 8000 horas de operación. Esto no tiene sentido ni desde el punto de vista estadístico ni desde el físico. De hecho, en 1998 dos científicos belgas reportaron al Simposio sobre dioxinas en Estocolmo que habían comparado la tradicional prueba de seis horas con un método de muestreo de dos semanas y encontraron que las concentraciones de dioxinas en los gases de escape proyectadas por el último eran 30-50 veces mayores. Esto probablemente se debió a que el muestreo de dos semanas recogió dioxinas en condiciones irregulares y durante los momentos de encendido y apagado, cuando las emisiones de dioxinas aumentan. Otro ejemplo significativo de lo que ocurre con estos controles es lo sucedido en Valdemingómez donde todas las analíticas de dioxinas eran correctas durante años hasta que se realizó un control sorpresa y se detectaron niveles 1.680 veces superiores a los límites legales.
El único control para las dioxinas que puede ofrecer una cierta seguridad es la medición en continuo y en ningún caso nada menos fiable que el sistema AMESA con una metodología de muestreo de dos semanas y que ahora se encuentra comercialmente disponible con el cual se podrían tomar veintiséis muestras de dos semanas a lo largo de todo el año.

Los ponentes de este Simposium fueron:
- Dr. José Cruz Ruiz Villandiego
Miembro del Grupo de Estudios Incineración y Salud, GEIS
Jefe de Servicio de Odontologia y Estomatología de la Clínica Quirón Donostia
- Dr. Josep Ferris i Tortajada
Oncólogo Pediatra. Hospital Infantil Universitario La Fe (Valencia)
Pediatric Environmental Health Speciality Unit. Valencia
Miembro de la coalición internacional Healthy Environments for children
Alliance (HEAC) de la Organización Mundial de la Salud
- Dra. Rosa Alás Brun
Médico de atención primaria (Isaba-Navarra).
Presidenta de Navarra de la Sociedad Española de Medicina General.
- Prof. Dr. Javier Pardo
Catedrático de Anatomía Patológica en la Universidad de Navarra.
Jefe del Servicio de Anatomía Patológica de la Clínica Universitaria de Navarra.
Presidente de la Sociedad Española de Anatomía Patológica.
- Prof. Dr. Eduard Rodríguez-Farré
Director (1985-2000) del Departamento de Toxicología y Farmacología del Centro. Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
ViceDirector del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, CSIC.
Miembro del Comité Científico de la Dirección General de Salud de la Unión Europea.
Miembro del Comité Asesor en Medicina del Gobierno de Cataluña, Comisión de Investigación.

Las nuevas enfermedades y la contaminación química
Eduard Rodríguez Farré, Doctor en medicina, farmacólogo y radiobiólogo. Profesor de fisiología y farmacología en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (CSIC). Actualmente es miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERSP) del IDCIII. Autor de numerosas publicaciones sobre toxicidad de contaminantes ambientales, energía nuclear y salud. Presidente de la asociación Científicos por el Medio Ambiente (CiMA) y miembro del Comité Científico de la UE sobre nuevos riesgos para la salud.
dioxinas y furanos en la incineración de residuos
El conocimiento de los efectos nocivos de estos agentes sobre la población constituye una cuestión central en salud pública, tanto desde la óptica científica (epidemiología, toxicología...) como desde la sanitaria aplicada (protección, regulación, control...). Las evidencias experimentales y epidemiológicas indican que ciertos efectos podrían desarrollarse como consecuencia de la exposición continuada a bajos niveles de xenobióticos —que pueden acumularse en el organismo de modo muy prolongado en el caso de ciertos productos (organohalogenados, metilmercurio, por ejemplo)—, cuya nocividad es conocida con frecuencia de forma sólo muy limitada. Desde hace años se conoce que la exposición a agentes químicos concretos aumenta el riesgo de padecer determinadas patologías (cáncer, hepatopatías, nefropatías, trastornos neurológicos, etc). Sin embargo, recientemente se ha constatado que muchos xenobióticos contaminantes persistentes pueden inducir —en dosis muy bajas— efectos inesperados al interferir con los procesos de regulación hormonal (alteradores endocrinos) y de regulación génica (alteraciones epigenéticas) —como ocurre con las dioxinas y otros organohalogenados, los ftalatos, etc.—, incrementando las tasas de diabetes, trastornos reproductivos, ciertas neoplasias y diversos síndromes. Probablemente la exposición a xenobióticos de esta o similar índole esté relacionada con la aparición —en creciente incidencia— de los síndromes de sensibilidad química múltiple, fatiga crónica, fibromialgia y similares, de reciente identificación. Asimismo, suscitan recientemente gran atención los efectos de la exposición a determinados agentes neurotóxicos —en dosis bajas— durante el neurodesarrollo fetal, en especial, los efectos que la poliexposición in útero y perinatal determina sobre la maduración cerebral. El paradigma de estos efectos lo constituye la frecuente exposición a dosis bajas de metilmercurio durante el embarazo —vía el consumo de pescado predador—, que, sin afectar a la madre, origina déficits neurocognitivos en sus hijos. Aunque para muchos agentes no ha podido todavía definirse cuál es el nivel inocuo —cuestión que origina notables discrepancias— en relación con las nuevas alteraciones identificadas, es conveniente insistir en la necesidad de investigar con intensidad en estos campos desatendidos de la salud pública.

Instalaciones conflictivas plantas incineradoras

Otro tipo de instalaciones conflictivas son las plantas incineradoras que tanta polémica han levantado en España y fuera de España. En España han dado mucho que hablar la gallega de Cerceda, la vasca de Zabalgarbi (Bilbao), las catalanas de Vielha (Lérida), Gerona , Sant Adriá del Besós (Barcelona), Mataró (Barcelona), Tarragona, o Constantí (Tarragona), la balear de Son Reus (Mallorca), u otras como la madrileña de Valdemingómez. Durante mucho tiempo ha habido grandes campañas de oposición a este tipo de instalaciones de tratamiento de residuos, fuesen estos Residuos Sólidos Urbanos o residuos industriales, por las emisiones que generan de contaminantes como dioxinas y furanos. De hecho las incineradoras son una de las principales de emisión de tóxicos extraordinariamente peligrosos como las dioxinas que acaban contaminando el entorno ,llegándonos posteriormente, por ejemplo, a través de la dieta. El 90% de la exposición humana a las dioxinas es a través de los alimentos ( un 80% de la exposición total por alimentos de origen animal)..
Investigadores como el neurotoxicólogo ambiental Eduardo Rodríguez Farré, presidente de Científicos por el Medio Ambiente (CIMA), han seguido de cerca esta problemática denunciando las altas emisiones de dioxinas generadas desde instalaciones como la incineradora de Valdemingómez en Madrid (1) . Es particularmente interesante revisar estudios como los que muestran como crecían las concentraciones de dioxinas y furanos (2) , más de un 40% en tan sólo 4 años, en la sangre de las personas que vivían en un radio –entre Arenys de Mar y Mataró (Barcelona)- entorno a una planta incineradora una vez esta comenzó a funcionar (probablemente por la contaminación de la dieta). En Francia ,por ejemplo, se planteó el cierre de incineradoras como la de Lille, tras detectarse altos índices de dioxinas en la leche de las vacas en su entorno. A veces, en pocas ocasiones, la evidencia científica hace que las autoridades actúen o que al menos reconozcan algo de la situación aunque luego lo que se haga en realidad sea poco. Así por ejemplo, en el año 1998 , el Ministerio de Medio Ambiente de Francia reconoció que en ése país ,cada año, fallecían entre 1.800 y 5.200 personas a consecuencia de cánceres debidos a la exposición a un grupo concreto de sustancias tóxicas: las dioxinas. Lo importante de esta cifra ,al margen de la dificultad de realizar estimaciones, y de lo acertada que pueda ser o no, es que se refiere a un único grupo de sustancias. Por que el problema tiene que ver con numerosos grupos de ellas en los que se integran miles de compuestos diferentes. Sin embargo, a pesar de lo que se sabe sobre las dioxinas ni en Francia (más allá de alguna actuación puntual) ni en general en el resto de países se ha actuado debidamente para reducir las emisiones de estas sustancias. La incineración es un próspero negocio para ciertas empresas de bienes de equipo ,constructoras, eléctricas y bancos accionistas, que se benefician de los ingresos por cada tonelada de residuos que queman, de subvenciones, de venta de electricidad, etc. Tan próspero es el negocio , no para la sociedad en su conjunto claro está, para la cual la incineración es una opción carísima a nivel económico, sino sólo para unos cuantos, que se van venido a sumar otros. Desde hace años se ha extendido la incineración de residuos tóxicos en plantas cementeras para abaratar los gastos en combustible en estas instalaciones a base de utilizar como tal plásticos (como los envases de pesticidas), aceites de automoción, neumáticos, etc., aparte de percibir ingresos como gestores de residuos. Se denuncian emisiones de PCB, dioxinas, furanos, plomo, cadmio, mercurio, etc. Entre las cementeras que se denuncia que incineran residuos, se cuentan algunas de Bilbao, Arrigorriaga, Venta de Baños, Buñol, Sant Vicente del Raspeig, Lorca, Yepes, etc..

Estos datos han sido conseguidos por determinados medios, tanto de comunicación, estudios, informes europeos, Greenpeace,el conceyu ,Carlos de Prada,etc etc

Espero os pueda ser de ayuda para que entendais el por que algunos de nosotros padecemos enfermedades como sensibilidad quimica multiple, fatiga cronica o fibromialgia .La icineradora a la larga a mi modo de ver no hara más que engrosar la larga lista de enfermos que existe de estas patologias en Asturias y en toda España una causa más sumada a todos los factores medioambientales nefastos que padecemos

Un saludo a todos desde la Asociación de Vecinos La Magdalena de Ruedes y desde fibroamigosunidos.com seguimos defendiendo nuestra salud

Marifé Antuña

1 comentario:

Anónimo dijo...

El próximo viernes día 18 de Febrero 2011 visitare la Incineradora de Valdemingomez junto con otras 14 personas pertenecientes a la Asociación de Vecinos del Pau de Vallecas.
El viernes día 11 me puse en contacto con Greenpeace y Ecologistas en Acción quienes me indicaron que les enviara un correo electrónico, así lo hice y en el mismo les adjunte vuestro articulo y les plantee que preguntas se podían formular en la visita a los técnicos de la incineradora, a día de hoy 16 de Febrero 2011 no he recibido contestación ninguna, por ello, me dirijo a vosotros y os planteo la misma cuestión que preguntas consideráis que han de plantearse en esa visita.
Os adjunto mi correo electrónico, por si consideráis preciso el contacto a través del mismo.

Un saludo.

José Luis León

joseluismait@yahoo.es