Sonia Hiedra Sánchez - octubre 28,
2015
Giovanna Luongo, doctora en Química
Analítica analizó 60 prendas de cadenas de ropa suecas e
internacionales. Un análisis inicial encontró miles de productos
químicos en la ropa y alrededor de un centenar de sustancias fueron
identificadas de forma preliminar. Varias no estaban en las listas de
los fabricantes y son sospechosas de ser subproductos o residuos
añadidos durante el transporte.
“La exposición a tales químicos
aumenta el riesgo de dermatitis alérgica, pero podrían tener
efectos más graves en la salud de los seres humanos, así como en el
medio ambiente. Algunos de ellos se sospecha o se ha probado que son
carcinógenos y algunos tienen toxicidad acuática”, dice Luongo.
Dependiendo de la incidencia, la
cantidad, la toxicidad y la facilidad con que pueden penetrar en la
piel, se eligieron cuatro grupos de sustancias para su posterior
análisis. Las mayores concentraciones de dos de ellas, las
quinolinas y las aminas aromáticas, se encontraron en tejidos de
poliéster. El algodón contenía altas concentraciones de
benzotiazoles, incluso la ropa hecha de algodón orgánico.
Los investigadores lavaron la ropa y
luego midieron los niveles de productos químicos. Algunas de las
sustancias se eliminaron de la ropa, con el riesgo de acabar en
ambientes acuáticos. Otras permanecieron en un alto grado en la
ropa, convirtiéndose en una fuente potencial de exposición dérmica
a largo plazo.
Es difícil saber si los niveles de
estas sustancias nocivas son peligrosas, y qué efectos pueden tener
a largo plazo. “Sólo hemos arañado la superficie, esto es algo
que tiene que ser tratado. La ropa se usa día y noche durante toda
nuestra vida. Tenemos que averiguar si los productos químicos
textiles entran en nuestra piel y lo que significa para nuestra
salud. Es muy difícil evaluarlo y requiere mucha más
investigación”, dice Conny Östman, catedrático de Química
Analítica.
La preocupación por los tóxicos en
los productos cotidianos es cada vez mayor. Una serie de estudios del
Centro Médico NYU Langone (Nueva York, Estados Unidos) ha comprobado
que dos productos químicos muy utilizados para fortalecer las
envolturas de plástico, el jabón y los cosméticos están
relacionados con un aumento en el riesgo de presión arterial alta y
de diabetes en niños y adolescentes.
Los compuestos, ftalato de di-isononilo
(DINP) y ftalato de di-isodecilo (DIDP), pertenecen a una clase de
sustancias conocidas como ftalatos. Irónicamente, los dos productos
químicos fueron utilizados como sustitutos de otra sustancia
química, di-2-etilhexolftlatato o DEHP, que tiene efectos adversos
similares.
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