miércoles, 10 de enero de 2018

Atún y otros pescados tienen altos niveles de mercurio, ¿cómo tomarlos pues?

Por Miguel Jara 10 de enero de 2018

El consumo de pescado es muy importante para una dieta sana y equilibrada pero contaminaciones como la producida por el mercurio vertido en los mares nos obligan a tomar ciertas preocupaciones. El atún, segundo alimento de origen marino más tomado en España, presenta elevados niveles del metal pesado. ¿Qué podemos hacer?

Los escándalos y las alertas sanitarias han rodeado al atún en los últimos años, con lo que a mí me gusta este pescado. Cada verano paso algunos días en las costas de Cádiz, entre otras cosas, para degustar la multitud de preparaciones que allí elaboran del pez y sus delicados cortes. Pero tenemos un problema con el mercurio que hay en algunos alimentos, entre ellos los pescados más grasos como el túnido. La Agencia de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda oficialmente que niños y mujeres embarazadas no tomen, pero nada de nada, de los siguientes alimentos: pez espada, atún, lucio y tiburón.

Dichos productos no están recomendados por su contenido en tóxicos como mercurio, nitratos y cadmio.

La advertencia resulta paradójica pues se advierte de la extrema peligrosidad de unos alimentos para niños y embarazadas pero ¿es que no resultan tóxicos para no embarazadas, jóvenes, adultos, mayores, es decir, el resto de la población?

Los pescados azules son ricos en Omega 3, un aceite esencial para nuestra salud, pero visto como está el patio marino y su contaminación no para de aumentar, será mejor obtener dicho aceite de frutos como por ejemplo el aguacate, ecológico claro.

¿Es peligroso para la salud entonces consumir algunas especies de pescado por su alto contenido en mercurio? Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU):
Los niveles de mercurio que contienen la mayoría de las especies de pescado que consumimos habitualmente no representan un riesgo para la salud humana. Aunque si se consumen con frecuencia grandes especies depredadoras, puede llegar a superarse el nivel de ingesta máximo tolerable. Por eso, a los niños y las mujeres embarazadas, en período de lactancia o que estén planeando quedarse embarazadas en el plazo de un año, se les suele recomendar que se abstengan de consumir tiburón, atún rojo, pez aguja, pez espada y especies similares”. 
Esta asociación consumerista realizó un análisis de atún y atún claro en aceite vegetal en conserva de distintas marcas y los valores del metal tóxico que encontraron estaban muy por debajo del máximo legal establecido en la Unión Europea, que es de 1 ppm (una parte por millón).
El contenido máximo de mercurio que hemos hallado -indicarían los responsables del trabajo- es de 0,46 de mercurio ppm = 0,00046 mg de mercurio/gramos de atún. Por lo tanto, en una lata de 52 gramos de atún encontramos 0,02392 mg de mercurio = 23,92 µg de mercurio. Con estos resultados, tendríamos que exceder las diez latas semanales para sobrepasar el máximo recomendado por la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA)”.
En una ocasión, al Bufete Almodóvar y Jara, el despacho legal que tengo con un socio que es abogado experto en derecho sanitario y farmacéutico, se nos acercó una persona que alegaba estar intoxicada por el mercurio proveniente del atún. Era albañil y además iba al gimnasio. Tomaba una lata de atún al día, durante tres años. Mi compañero, Francisco Almodóvar, cuando el cliente se lo contó no pudo evitar sonreír a escondidas por el escepticismo que le producía la situación pero se puso a indagar, le llevamos a la Clínica de Medicina Integrativa a hacerse pruebas, etc.

El tipo luego se hizo medio asceta y se fue a vivir a las montañas de Toledo y dijo que no quería saber nada de la civilización… ¡Tomaba las latas para estar más fuerte!, con un curro de albañil por horas y luego sesiones largas de gimnasio.

No hubo caso porque no quiso continuar el proceso.

Lo cierto es que un estudio español de 2013 fue el primero en nuestro país en documentar los niveles de mercurio en el atún.

Hasta entonces se había dedicado relativamente poca atención al examen de este tóxico en el atún en conserva, a pesar de su gran importancia en la dieta humana.

Existe una cobertura mediática sustancial sobre los beneficios y el riesgo del consumo de pescado, pero pocos datos revisados por pares (método de evaluación crítica de las publicaciones científicas) sobre el atún enlatado, el segundo producto de mar más consumido en los Estados Unidos, así como en España.

Los investigadores también compararon el túnido con otro pescado azul muy popular, graso pero de menor tamaño como la caballa que suele tener muy buen precio además). Y documentaron lo que se intuía, que esta lleva mucho menos mercurio. La caballa en conserva, además, contiene mayores cantidades de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido doco-sahexaenoico (DHA), los ácidos grasos poliinsaturados predominantes y tan validos para nuestro organismo, que otros productos de atún.

Con respecto a los límites establecidos para las concentraciones de mercurio en los peces, en el trabajo que comento, el límite de 0,500 mg/kg de mercurio fue excedido en un 22,2% de muestras del total de conservas estudiadas. Una lata de atún claro había superado con 1,176 mg/kg el límite establecido en España (1 mg/kg).

Otros estudios también han encontrado concentraciones que superan los límites legales.

Un análisis hecho en Italia documentó que el 8,9% del total de muestras superaron el límite de 1 mg/kg. Y hay investigadores que han encontrado que el 55% de las muestras supera el nivel de seguridad de la agencia de protección del medioambiente estadounidense, la EPA (0,5 mg/kg) y el 5% que excedía el límite de la FDA (1 mg/kg).

Curioso, por cierto, que dos agencias públicas de Estados Unidos del ámbito de la salud pública tenga por referencia límites tan diferentes.

Para proteger a las poblaciones en riesgo, el nivel de mercurio ha de reducirse a 0,185, según estos especialistas. Los productos que superen esta cantidad, opinan, deben etiquetarse con una advertencia adecuada y debido a la susceptibilidad de los niños pequeños a los efectos tóxicos del metal pesado, ha de alentarse el etiquetado de productos pesqueros que son bajos en mercurio, como la caballa, utilizando un emoticono “para niños”. Ideas que suscribo. Lástima no conocer cuales son las marcas que dieron “positivo” en estos exámenes para exigir responsabilidades a empresas y autoridades.

Como explicaba, si nos preocupan los contaminantes metales pesados en el pescado, lo mejor es apostar por el consumo de especies de menor tamaño. Tenlo en cuenta pues en este libro estamos tratando sobre las virtudes del pescado en nuestra dieta. En Cataluña se han publicado resultados de los análisis de pescado y marisco. Las concentraciones detectadas más elevadas se han detectado en el emperador, con un valor medio de 1,93 µg/g de peso en fresco. También presenta un valor destacado el atún, con 0,48 µg/g de peso en fresco. Los resultados más bajos se encuentran en la sepia, la almeja y el mejillón.

La sardina presenta 0,08, muy lejos del límite de 0,5; el boquerón 0,08; la caballa 0,09; el salmón 0,05; la merluza 0,19; el salmonete 0,23 (en este caso sobre 1,0); el lenguado 0,08; la sepia 0,02; el calamar 0,06; la almeja 0,02; el mejillón 0,02; la gamba 0,12.

La media está en 0,25.

Todas las concentraciones de mercurio que presentan los alimentos estudiados se encuentran por debajo del valor establecido por la Unión Europea, salvo el emperador, que lo supera. Lo que ocurre es que apenas se consume emperador y sin embargo el consumo de atún es alto, tras la merluza, es el producto marino más tomado.

Cada vez sabemos más sobre lo que llevan nuestro alimentos. El camino va a ser largo tengamos en cuenta que la contaminación de los mares no cesa. Las soluciones pasan por la reducción/eliminación de esa contaminación. También por los análisis de los diferentes alimentos y productos derivados, la exigencia por parte de la población de comunicación y transparencia y por elegir con sensatez y responsabilidad.

Cae otro mito transgénico: el "arroz dorado" atrofia los cultivos

Silvia Ribeiro

El llamado arroz dorado es uno de los mitos más caros de la industria biotecnológica para intentar cambiar el rechazo generalizado a los transgénicos

Lo presentan como el arquetipo del transgénico bueno porque es un arroz que expresa un precursor de la vitamina A, cuya falta es una deficiencia importante para muchas personas que padecen malnutrición y que en casos extremos puede llevar a la ceguera. Sus promotores no han logrado probar que en la práctica realmente sirva para aportar vitamina A. Además, en 2017, científicos en India dieron cuenta de un experimento de campo que mostró que al integrar ese constructo transgénico al arroz, cayó el rendimiento y la calidad del cultivo de tal modo que la cosecha fue inservible.

El llamado arroz dorado ha sido usado abundantemente como arma de propaganda. Una carta –nada científica– firmada por un ciento de Premios Nobel en 2016 fue quizá el ejemplo más ilustrativo de la manipulación que ha hecho la industria de los transgénicos con este arroz. La carta está plagada de falsedades, que deberían avergonzar a quiénes la firman y a quiénes siguen citándola como si fuera un documento serio. (https://tinyurl.com/y9742ang)

Este tipo de campañas no sorprende por parte de la industria agro-biotecnológica, en la que se cuenta empresas como Monsanto, de la que se ha probado hasta casos de corrupción para aprobar sus productos, por ejemplo en Indonesia. Lo sorprendente en este caso es que el arroz dorado no existe funcionalmente, ya que ni los científicos que lo promueven ni Syngenta, que lo tiene patentado, han logrado hasta ahora producir una línea estable de arroz dorado que cumpla con los beneficios que le atribuyen.

A esto se sumó en 2017 que en experimentos de campo realizados en la India, el constructo transgénico transferido a una de las mejores variedades de ese país dañó significativamente la productividad y calidad del arroz. Un equipo de científicos hizo un estudio introduciendo los rasgos transgénicos para hacer arroz dorado con la variedad Swarna, una variedad muy productiva de la India. El arroz resultante expresó provitamina A, pero el rendimiento bajó drásticamente, con plantas enanas, hojas pálidas, muy pocos granos y raíces laterales anormales.

Luego de análisis detallados, el equipo concluyó que la atrofia de las plantas se debió a la interferencia del constructo transgénico del arroz dorado con la producción de auxinas, hormonas vegetales propias del arroz que promueven su crecimiento. (Bollinedi et al, 2017 https://tinyurl.com/y94t6bjp)

Al respecto, la Dra. Allison Wilson reflexiona en un artículo en Independent Science News en octubre 2017, que con impactos imprevistos de tal gravedad, es hora de decir adiós a este costoso y fallido experimento. (https://tinyurl.com/yb74o8d4)

Los que promueven los transgénicos aseveran que si este arroz no pudo llegar a comercializarse, fue por la oposición de organizaciones ambientalistas a los transgénicos, lo cual habría impedido a los niños del tercer mundo acceder a él. La realidad, afirma Wilson, es que después de dos décadas y pese a una cantidad enorme de recursos, tiempo y apoyo financiero inusitadas para cualquier investigador público, queda claro que son problemas intrínsecos al desarrollo de OGM lo que ha impedido su comercialización. Según el Dr. Jonathan Latham, director de Bioscience Resource Project y citado en el mismo artículo, “el arroz dorado de Syngenta causó un colapso metabólico [en el arroz de India] … Las críticas clásicas a la ingeniería genética en el desarrollo de cultivos se basan por una parte en que el ADN foráneo introducido perturba las secuencias genéticas nativas y por otra en que habrán interferencias imprevisibles del metabolismo normal de las plantas. La experiencia con el arroz dorado ejemplifica ambas fallas a la perfección”.

Esto es el problema fundamental de la ingeniería metábolica, afirma Wilson. Parece ser más fácil alterar artificialmente el metabolismo de las plantas –por ej, para que produzcan el precursor de la vitamina A– que controlar que no ocurran alteraciones imprevistas al mismo tiempo, con efectos negativos para el desarrollo de los cultivos.

El denominador común de los experimentos con ingeniería genética, transgénicos y la ahora llamada edición genómica es el enfoque extraordinaria e intencionalmente estrecho para apreciar tanto los problemas que se supone quieren solucionar, como los medios para conseguirlo.

Por ejemplo, se enfoca sólo en la deficiencia de vitamina A, aislándola de la situación general de pobreza y malnutrición (que provoca muchas otras deficiencias) de quienes la padecen. En Filipinas –país donde se desarrolla el arroz dorado– las campañas para mejorar la alimentación, volviendo a integrar verduras y arroz tradicionales en la dieta, han dado excelentes resultados para cubrir la deficiencia de vitamina A de forma durable, con un costo muchísimo menor. Ya ni siquiera se considera un problema de salud pública.

La solución tecnológica propuesta por la industria y biotecnólogos, ignora además (u obvia intencionalmente) la complejidad de los genomas y sus interacciones dentro de los organismos y en la co-evolución con los agro y ecosistemas, produciendo aberraciones como sucedió con una de las más productivas variedades de arroz de la India.

Por todo ello es absurdo que empresarios-biotecnólogos en México, como F. Bolívar Zapata, Luis Herrera Estrella y A. López Munguía, usen el mito del arroz dorado como ejemplo para defender la siembra de maíz transgénico en México. No convencen a nadie –o quizá a algún desinformado– pero le sirven bien a Monsanto y Syngenta. (https://tinyurl.com/y8auu5qq)

Investigadora del Grupo ETC
La Jornada

Los límites “seguros” de ingesta de pesticidas con la alimentación no existen

Por Miguel Jara

Sabemos que una agricultura (y ganadería) basada en el uso de productos químicos tóxicos, como los pesticidas, envenena el medio natural y a nosotros mismos. La utilización de pesticidas en la agricultura causa muchas enfermedades pero ¿qué datos más o menos recientes tenemos y cual es la dimensión del problema?

Cada año se esparcen sobre las áreas cultivadas de la Unión Europea (UE) más de 400.000 toneladas de pesticidas. Según los últimos datos de Eurostat, nuestro país es donde más se utilizan estos productos destinados a “matar bichos”. Así nos lo cuenta el periodista Carlos de Prada en el informe Alimentos con residuos de pesticidas alteradores hormonales.

Un alto porcentaje de los productos alimentarios europeos contienen residuos de pesticidas, tal y como muestran los informes regulares de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Existe una exposición generalizada de la población a estas sustancias.

Muchos pesticidas son disruptores endocrinos, esto es, sustancias que podrían alterar el equilibrio hormonal.

Son sustancias como el polémico glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo (en Francia se han hecho estudios que muestran que casi todo el mundo lo orina); clorpirifos, cipermetrina, dimetoato, epoxiconazol, procloraz, conazol, tebuconazol o tiacloprid.
Numerosos estudios científicos muestran que las sustancias disruptoras endocrinas podrían actuar a niveles muy bajos de concentración, inferiores a los de los límites legales actualmente establecidos. Es más, de modo semejante a como sucede con las sustancias cancerígenas, por ejemplo, se duda también de que para las sustancias disruptoras endocrinas se pueda establecer un umbral realmente seguro de exposición por bajo que sea”, afirma el informe.

Estas sustancias una vez en nuestro organismo imitan la actividad de las hormonas y con sus “mensajes” confunden los sistemas claves de nuestro cuerpo provocando disfunciones. Los daños más conocidos son los relacionados con la sexualidad y la fertilidad y también con el debilitamiento del sistema inmunitario y los retrasos en el aprendizaje infantil.

Los pesticidas disruptores endocrinos han sido asociados a infinidad de posibles efectos secundarios como diferentes tipos de cáncer, malformaciones, diabetes u obesidad. De hecho, hace tiempo nos preguntamos en este blog: ¿Estamos más gordos porque somos más tóxicos?

Existe relación causal entre el aumento de los químicos tóxicos ambientales (más bien serían industriales) y el crecimiento de la frecuencia de la obesidad en la población.

Muchas sustancias químicas sintéticas con las que nos relacionamos todos los días son los conocidos como “disruptores endocrinos” que interfieren con nuestro sistema hormonal, causando alteraciones en nuestro metabolismo. Lo hacen porque el cuerpo las acumula y las “confunde” con nuestras hormonas y pueden interferir con la regulación y conservación de la energía.

Las enfermedades son el reflejo de la pérdida de calidad de vida de una sociedad. Por paradójico que pueda parecer además, esos efectos de la industrialización alimentaria mal concebida también tiene un reverso económico. Un ejemplo que cita De Prada:
La Endocrine Society, entidad de referencia mundial en el ámbito de las enfermedades ligadas a las hormonas atribuye a un tipo de pesticidas, los organofosforados, unas pérdidas económicas de unos 146.000 millones de euros anuales en Europa a causa de los daños sobre el sistema nervioso central infantil que se saldan con la pérdida de millones de puntos de coeficiente intelectual entre otros efectos”.

Las alertas oficiales sólo se disparan cuando esos límites se superan, cosa que solo sucede con un porcentaje reducido de las muestras que se analizan. Así que intenta convencerse a la población de que ello no representa un riesgo para su salud pero no es así.

Si antes citaba lo del glifosato en la orina de franceses y francesas hay que tener en cuenta otro dato: Existen estudios en Europa que muestran que más del 90% de los niños y madres analizados tenían en su orina al menos un metabolito asociado a la exposición a pesticidas organofosforados y que un 30% tuviese cuatro de los metabolitos estudiados.

La exposición a estos productos tóxicos es a través de la dieta, como comentaban los autores de la investigación. Y se mostraron preocupados porque la amplia literatura científica sobre el tema asocia una mayor presencia de estos residuos con un aumento del riesgo de padecer problemas de salud durante la infancia.

Hay que saber que sólo en la UE existen unas 480 sustancias autorizadas para su uso industrial en la agricultura. Pero los criterios oficiales hoy han quedado obsoletos, no tienen en cuenta el nivel de conocimiento actual de la ciencia o lo que es lo mismo, esta va muy por delante de los reguladores cuya indefinición y lentitud en la toma de decisiones que favorezcan la salud pública es clamorosa (¿quizá por la enorme presión de los lobbies que actúan en el ámbito?).

Se fijan límites de concentración de residuos de pesticidas considerando que si esos niveles no se superan no existe riesgo para la salud. Los llamados Límites Máximos de Residuos (LMR), que junto con la Ingesta Diaria Admisible (IDA), constituyen las supuestas líneas de defensa de la salud de los ciudadanos frente a estos contaminantes.

Pero lo que hoy sabe la ciencia al respecto plantea una gran incertidumbre acerca de si los LMR y la IDA cumplen adecuadamente su función de ofrecer una plena garantía sanitaria.

¿Por qué? El informe lo explica:
Pues porque a la hora de establecer los Límites Máximos de Residuo no se ha tenido en cuenta lo que la ciencia sabe acerca de los efectos de disrupción endocrina como, por ejemplo, su capacidad de causar efectos a muy bajas concentraciones, muy inferiores a los límites legales, en especial sobre sectores de población más sensibles tales como los niños o las embarazadas, ni el efecto cóctel [sustancias que de manera aislada pueden no tener un efecto sí pueden causarlo cuando están juntas]”.

Los científicos no tienen claro que pueda haber un umbral seguro claro de exposición a estas sustancias, lo que cuestiona que los Límites Máximos de Residuos de estos productos garanticen con claridad la defensa de la salud.

Todo esto nos lleva a que han de adoptarse medidas urgentes que tienen que ver con la prohibición de estas sustancias, la correcta información para que el derecho de la población a la salud sea auténtico y la implantación de un modelo sano de producción de alimentos que pasa porque sea ecológico todo el proceso.

Casas sanas desde los cimientos

La cooperativa Bioconstrucción Ultravioleta, que surge de la asociación gijonesa del mismo nombre, comercializará materiales y pinturas ecológicos siguiendo los principios de la economía solidaria

ELENA G. BANDERA, GIJON
Taller de pintura ecológica en la asociación Ultravioleta 
Pinturas naturales sin componentes sintéticos derivados del petróleo o Aislantes de corcho, cáñamo y fibras de madera. Son solo dos ejemplos de los materiales ecológicos, libres de químicos y tóxicos, que se utilizan en la bioconstrucción, que pretende crear viviendas y otros espacios saludables y ecológicos. En definitiva, casas sanas con las personas y con el medio ambiente. En 2005, se creaba la asociación gijonesa Bioconstrucción Ultravioleta para ofrecer servicios de salud y ecología precisamente relacionados con los criterios y las técnicas de la bioconstrucción. «La asociación ha sido un referente en Asturias y fuera de ella en cuanto a la divulgación y el asesoramiento en materia de bioconstrucción», asegura Beatriz Prieto, que junto a otros dos socios ha creado la cooperativa de trabajo asociado Ecomateriales Ultravioleta, que no tendrá ánimo de lucro y que, por esta razón, es una de las siete iniciativas que se estudian en el curso de economía social y emprendizaje solidario de la asociación de dinamización comunitaria El Telar.

«La cooperativa es el proyecto de transformación de una asociación en una empresa de la economía social y solidaria», indica Prieto, «puesto que su actividad será dar continuidad a la distribución y a la venta de pinturas naturales y materiales ecológicos para la edificación de viviendas que venía desarrollando la asociación desde sus inicios». En la última década, la asociación Bioconstrucción Ultravioleta ha organizado, además, numerosos cursos, talleres y conferencias, dentro de su amplia labor divulgativa, «con aportaciones de profesionales expertos en el amplio abanico de disciplinas que contribuyen a una edificación saludable tanto para los usuarios como para el medio ambiente».
Beatriz Prieto y sus socios, impulsores de la cooperativa Bioconstrucción Ultravioleta  
También se ha dedicado a la venta a pequeña escala de esos materiales renovables y ecológicos, justo en el área en el que la nueva cooperativa desarrollará su actividad. «Necesitábamos trabajo estable y vimos la oportunidad de desarrollar esta actividad de manera más formal para crear nuestros propios puestos de trabajo», explica Prieto. Ella es arquitecta técnica y tiene además estudios de energías renovables. La cooperativa se completa con la experiencia, conocimientos y capacidades de un profesional de la logística y un trabajador de la bioconstrucción.

Solución a la sensibilidad química múltiple

«Los criterios de la bioconstrucción no se tienen en cuenta en la edificación tradicional y son importantes», indica Prieto, que explica que la asociación ha realizado, en colaboración con otras entidades, diversos estudios sobre bioconstrucción que demuestran que existe un mercado de personas que, además de estar concienciadas en el respeto al medio ambiente, también pueden haber desarrollado electrosensibilidad o sensibilidad química múltiple, dos enfermedades propias del siglo XXI. Y necesitan vivir en casas sanas, sin tanta exposición a campos electromagnéticos y sin tóxicos ni químicos.

La demanda existe y, por ello, Ecomateriales Ultravioleta nace con la intención de centrarse en la distribución y venta tanto a particulares como a profesionales y en toda España. «Cada vez existe más concienciación al respecto», asegura Prieto, que indica que la intención es que la cooperativa eche a andar en enero, «creando trabajo e impulsándose a través de la economía social, una opción que, por desconocimiento, no tiene mucha participación y hay que visibilizar. Y qué mejor que con la práctica».

Esta nueva cooperativa comparte los valores reflejados en los principios de la economía social y solidaria, que antepone a las personas sobre los beneficios económicos, buscando además dar una respuesta colectiva a las necesidades reales de la población. Prieto recuerda que, en España, esta economía ya suma casi 400 millones de facturación anual y más de 7.000 empleos. «Es un modelo cuyo eje principal es la sostenibilidad económica, personal y ambiental», resume.